La sostenibilidad es el nuevo negro: una mirada a la industria de la moda

Por Veronica Wrobel y Giulia De Nadai, Traducción David Barreiro, Fundación TierraVida

¿Sabías que para producir una camiseta de algodón se necesitan tantos litros de agua como los que consume un individuo en dos años y medio? De hecho, incluso, si no sigues la última moda, aún sos víctima de esta industria. Hoy tuvimos la oportunidad de escuchar a los representantes de algunas de las marcas de moda más importantes, como el Sr. Stefan Seidel (Puma), el Sr. Kim Hellstorm (H&M) y la Sra.Pamela Betty (Burberry).

Debido a los desafíos actuales del cambio climático, 43 marcas líderes decidieron estipular una Carta para la Acción Climática en respuesta al cambio climático. Durante este evento, se hizo hincapié en el papel central y de doble filo de las partes interesadas de la moda : por un lado, es cierto que son responsables del 5% de las emisiones de gases de efecto invernadero (más que los vuelos internacionales y el transporte marítimo). Por eso, con la carta se establecieron algunos objetivos comunes, como, por ejemplo, una reducción del 30% de las emisiones para 2030 y el objetivo de cero emisiones netas para 2050. Por otro lado, hay que señalar que las industrias de la moda pueden influir positivamente en las elecciones de los consumidores.

La Carta para la Acción Climática se basa en un enfoque de colaboración, donde se crean interdependencias y asociaciones entre diversos actores y sectores dentro y más allá de la industria de la moda. Sin embargo, como dijo el Director de Sustentabilidad Corporativa en Puma, la historia de algunas de las marcas más importantes nos mostró que las promesas no siempre se cumplían y, por esta razón, nuestro entorno experimentó los efectos negativos de esta falta de consideración.

Una pregunta que se planteó durante el evento se refería a la posibilidad de reducir la cantidad de ropa producida y, en cambio, aumentar su calidad. No es un secreto que muchas compañías de moda famosas (solo para citar un nombre, Burberry) quemaron y siguieron quemando sus productos sin vender, contaminando el medio ambiente no solo produciendo el artículo, sino dos veces, desperdiciandolo y finalmente destruyéndolo.

Más allá del esfuerzo para reducir la producción de unidades, necesitamos una actitud más sostenible hacia nuestros hábitos de compra: podríamos prevenir la generación de residuos por la disminución de la demanda de nuevos artículos y prefiriendo las tiendas de segunda mano. Estas nuevas realidades aún no están muy extendidas ni son populares en nuestras ciudades, y cuando tenemos la suerte de encontrar una, la mayoría de las veces los artículos vendidos son caros, como si acabaran de salir de la fábrica y/o fueran de alta costura. De esta manera, es más sencillo para el individuo caminar en una tienda de moda rápida y comprar ropa de baja calidad, pero elegante.

La solución a esta práctica inútil es, como en la mayoría de los casos, el conocimiento. Un consumidor más educado y consciente generalmente puede tomar mejores decisiones y, por lo tanto, evitar costos inútiles e innecesarios, tanto para su billetera como para el medio ambiente. De hecho, si los compradores están bien informados y son conscientes de los costos económicos, sociales y ambientales relacionados con el ciclo de producción y la vida de los artículos de moda, seguramente pueden cambiar el tamaño de toda la industria.

Después del evento celebrado en la COP24 , tuvimos la oportunidad de reunirnos y hablar con Vanessa Pérez Cirera, Líder Adjunta de Clima y Prácticas Energéticas de WWF International. Le hicimos algunas preguntas sobre acciones concretas que la organización está tomando sobre el tema. Mencionó 4 programas en diferentes campos: el primero es “Objetivos basados ​​en la ciencia”,una iniciativa que proporciona a las empresas vías y metodologías para el crecimiento, que se alinean con el informe del IPCC de 1.5°C. El objetivo del programa es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, la transición a una economía baja en carbono o, idealmente, basada en energías renovables. Hasta el momento, 500 empresas se han adherido a ella.

En relación con el proyecto que se acaba de mencionar, desarrollaron un portal http://www.climatesolver.org para difundir estrategias y tecnologías innovadoras para el clima, lo que ayudaría a enriquecer los objetivos preestablecidos. Sabiendo que no siempre es fácil cambiar a un modo de producción más sostenible, WWF creó una Alianza de Compradores de Energía Renovable (REBA, por sus siglas en inglés), una red para conectar tanto a productores como a compradores de energía renovable.

Para los más ambiciosos, WWF lanzó un programa de liderazgo climático, The Climate Savers (Ahorradores climáticos), con la intención de influir en la industria a través de agentes de cambio que decidieron ir un paso más allá de los objetivos establecidos. En este momento, 28 compañías globales aceptaron el desafío y se convirtieron en socios de WWF, sentando un ejemplo para un crecimiento sostenible.

Mano a mano con la iniciativa del lado de la oferta, también se necesita un cambio en el comportamiento del consumidor. Como mencionó la Sra. Cirera, las personas deberían consumir menos pero también estar dispuestas a pagar más para enviar un mensaje claro a los productores: la sostenibilidad es el nuevo negro. De esta manera, las empresas serían incentivadas para crear una economía circular con un seguimiento en todo el ciclo de vida de lo que producen. El cambio debe ser bilateral, pero es el consumidor quien debe dar el primer paso y mostrar su voluntad.

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